Por Kinari Chargoy .
“Aquí está mi cara Hablo por mi diferencia Defiendo lo que soy Y no soy tan raro Me apesta la injusticia Y sospecho de esta cueca democrática Pero no me hable del proletariado Porque ser pobre y maricón es peor Hay que ser ácido para soportarlo”
(Lemebel, 1986: 82)
¿Cómo abordar teóricamente las disidencias sexuales desde el territorio latinoamericano cuando los modelos occidentales que plantea la teoría queer no logran adaptarse por completo a los diversos y complejos contextos a los que se enfrenta la comunidad LGBTTIQA (lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transexuales, intersexuales, queer y asexuales) latinoamericana? ¿Cómo construir estrategias vernaculares que nos permitan transgredir la hegemonía del sistema sexo-género local?
Vacaciones en Sodoma: una mirada al arte mexicano queer reúne obras de carácter contestatario y documental que responden subversivamente a los arquetipos LGBTTIQA occidentales, a través de una oda a las disidencias sexuales marginales, retratando la crudeza del ser queer en México, con la intención de narrar desde diversas aristas la incesante lucha contra los modelos utópicos y occidentalistas que presupone la teoría queer. Incitándonos a derrocar la ideología heteronormativa y colonialista que oprime a las distintas sexualidades periféricas que configuran el panorama erótico, identitario y político de México.
En las propuestas artísticas que conforman esta exposición podemos ver un fascinante eclecticismo estético que entreteje la cultura popular mexicana con estilos como el camp y el kitsch para articular nuevas posibilidades y disidencias que actúen como vehículo de la expresión artística radical, transgresora y con tendencias políticas; creando de esta manera escenarios que transitan entre cotidiano y lo onírico para explorar temáticas como la búsqueda de la feminidad, la clandestinidad, la noche como cómplice de la perversión, el cuerpo masculino como objeto de deseo, el maquillaje como artificio de identidades, el homoerotismo, y el cuerpo como terreno de lucha y resistencia.
El arte queer mexicano no busca encajar en el molde occidental, no pretende divertir al “normal”, ni hablar con recato para no incomodar; ansía impactar desde su resistencia, mostrar la cruda la realidad de ser queer y vivir en la pobreza en territorios colonizados; es post-identitario y revolucionario, desestabiliza las normas sexo-genéricas y evidencia las desigualdades raciales y socioeconómicas que coexisten en el territorio. Su naturaleza subversiva y transgresora quiere derribarlo todo, incluyendo las prácticas queer de la minoría privilegiada y la institucionalización de las sexualidades periféricas que, pese a las buenas intenciones, terminan por reprimir e invisibilizar al disidente sexual ignorado por las elites queer.
Cada una de las piezas que conforman la exposición son una mirada a los procesos que las artistas han atravesado para identificar y cuestionar la multiplicidad de factores socioculturales que tienen como fin último moldear la identidad del sujeto, en una estructura regida por el cuerpo sexuado que opera bajo una lógica binaria y universalista, utilizando la diferencia sexual como una distinción cultural operativa, que resulta en un conjunto de relaciones y jerarquías sociales, dinámicas económicas y construcciones culturales enfocadas a preservar el orden social existente, reflexionando cómo estos arquetipos identitarios han sido creados para satisfacer las necesidades de la sociedad, en diferentes contextos y momentos históricos.