Por Juci Reis.
La gestión cultural orgánica[1] puede asociarse con el circuito colaborativo, es decir, con la capacidad de los gestores para fomentar estrategias y mantener activo el mercado del arte y de la cultura. Unas de sus características es la autogestión, que se refiere a las relaciones asociativas entre agentes de diversas áreas para operar como reguladores en la construcción de un proyecto.
El modelo de circuito funciona como un sustituto de red, y se basa en una estructura autónoma con herramientas e interfaces para conectarse con la economía creativa actual. Tuve la oportunidad de escuchar la idea de circuito por primera vez en una conversación con Eric Barbosa, músico, productor y responsable de Trincheira (Residencia Artística en la ciudad de Fortaleza, Ceará, Brasil). Participa activamente en la reconstrucción de una nueva forma de pensar la gestión cultural. Eric fue enfático al explicar por qué es necesario empezar a generar otras formas de producir para entender la dinámica creativa en contextos de crisis y construir alianzas entre los sectores. Gracias a sus ideas, pude reconocer que las acciones artísticas y culturales que desarrollé durante diez años en Flotar Programa compartían algunas características del concepto de “circuito colaborativo”.

Edbrass Brasil / Refluxos Sonoros, Live show and workshop at Festival Aural. Mexico City, Mexico
En colaboración con Harmonipan Studio, Flotar Programa es una plataforma curatorial que nace con el objetivo de promover el dialogo internacional entre las diferentes disciplinas del arte contemporáneo, tanto visual como sonoro, así como crear relaciones entre artistas y gestores en el ámbito cultural. La metodología de Flotar se centra en la cooperación con otras instituciones y proyectos locales e internacionales, con el fin de generar un vínculo entre artistas e instituciones para cada programa de movilidad artística. Trabajamos directamente en convocatorias anuales como Ibermúsicas, Beca de Movilidad Cultural de la Secretaria de Cultura Bahía, MacArthur Foundation International Connections Fund, Edital Itaú Rumos entre otras.
En los últimos diez años hemos llevamos a cabo más de 500 proyectos de manera constructiva, casi todos dentro de una esfera de autogestión y circuitos colaborativos. Es una muestra de que las acciones directas de gestión cultural están cambiando constantemente. Hemos desarrollado proyectos artísticos y educativos, en más de diez países, gestionados de manera asociativa entre artistas e en instituciones. Podemos citar programas en Mozambique, Angola, São Tomé Príncipe, Japón, Estados Unidos, Canadá, Portugal, Polonia, Noruega, Brasil y México; siempre considerando alternativas constructivas para concebir modelos de gestión.

DUNA/TOABF, Editorial group exhibition at Toront Art Book Fair, Toronto, Canada
Entiendo que la cadena creativa está en constante transformación y negociación. Por eso la gestión cultural, conectada por circuitos colaborativos, tiene más posibilidades de autorregulación que si está condicionada al sentido pendular de red. En el Programa Flotar pude comprender que la autogestión genera una apertura para crear una mayor autonomía entre todos los sujetos que forman parte del circuito. Me gustaría agregar que muchos proyectos producidos por la plataforma partieron de la unión de fuerzas, que modificaron el funcionamiento clásico de la gestión cultural. A la distancia, me doy cuenta de que todas estas iniciativas forman parte de la identidad del programa.
Otro fenómeno importante dentro del sector cultural es la capacidad para generar estrategias en contextos complejos, a partir de entender las implicaciones y modelos del campo político para pensar el arte y la cultura. En una breve revisión historiográfica, América Latina, específicamente Brasil, ha estado pasando por varios procesos de transformación de orden político, que han afectado al arte y a la cultura, y que han obligado a la industria creativa a repensar sus modelos de autonomía. Dentro de un escenario extremadamente caótico, el país en menos de tres años sufrió la disolución del Ministerio de Cultura y la creación de una Secretaría Especial de Cultura y Turismo, cuyo programa está lejos de establecer un plan efectivo para incentivar las áreas concernientes. Como resultado, una escasez de fondos afecta la mayor parte de los sectores, lo cual representa una violación a los procesos democráticos relacionados con los derechos básicos del ciudadano.

Flotar – Artist Residency, August, 2015, Salvador BA, Brazil
Actualmente, en Brasil muchos proyectos tiene que trabajar con el concepto de circuito creando relaciones de autogestión para enfrentar la crisis económica y política. En la esfera contemporánea hay ejemplos de programas que comparten este modelo. Entre ellos puedo mencionar proyectos en Salvador, Bahía: Vale de Dendê, una iniciativa de gestión cultural para fomentar la economía creativa, impulsada por Itala Herta y su equipo; Ajeúm da Diaspora, con Angélica Moreira, una mujer negra que realiza un trabajo de rescate etnogastronómico; Ago Tecidos, iniciativa de revaloración de la estética negra que mezcla la música y la identidad; Modativismo, un proyecto que trata sobre género y raza, y presenta a las mujeres negras y sus relaciones socioculturales, y Oxé Conteúdo, una casa productora que trabaja con la promoción del arte bahiano.
A partir de los modelos de trabajo mencionados basados en la gestión orgánica y el circuito colaborativo, podemos repensar las formas de gestión clásica y afinar las necesidades actuales. Incluso en contextos de fuertes divergencias políticas como por los que estamos pasando, la autogestión y a la posibilidad de crear alianzas permiten fortalecer el sector y ganar en autonomía.

Coleção Asè, por Carol Barreto, del proyecto Modativismo, Angola International Fashion Show, 2016
[1] Utilizo el término orgánico retomando el sentido que tiene en Brasil: comunitario, gremial, agrupado, asociado.
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Me encanta el trabajo que realiza Juci! Y hermoso texto, felicidades!
Muy buen texto, muy necesario y actual. Felicitaciones, Juci!