Ice queen, arte digital con acrílico, 96 x 126 cm

Comprender la existencia del “yo individual” en su integridad e interrelación con el otro, en una visión ampliada, se vuelve complejo. El otro, o cualquier cosa que difiera de la experiencia, implica una analogía superficial. Las diez cabezas, conjunto de obras Las Brujas, Shower, Retrato 1911, La Loca, Bunny, Flies on Holiday, Músicos, Bestias, Ice Queen y Pez, de la artista Paola Estrella intenta comprender una experiencia por medio de una mitología personal, dentro de una realidad contemporánea que valida el acto creativo. 

En el conjunto de obras pensaremos en la relación del tiempo mitológico, la expropiación de acciones pasadas y la extrapolación de la realidad conjetural, resaltando las fronteras con la irracionalidad. La artista usa el inconsciente para abrir los campos de percepción de los observadores, se sitúa en el lugar del otro en la relación interpersonal (correlación con los grupos, la familia, el trabajo y el ocio). Estrella dialoga con sus observadores, susurra voces perdidas, melodías disímiles, corta cabezas en un juego de inquisición discursiva y actúa dentro de las escenas con la intención de abrir perspectivas simultáneas.

Observaremos la obra La Loca, un espacio expandido conectado a la protagonista con luces en la cabeza, ritualizando al interior de un entorno disociado, atemporal y delirante. La intencionalidad del juego de metáforas en la obra revela una configuración de elementos, que forman parte del inconsciente, y la necesidad de centrar la atención en lo que permanece inalterado en la multiplicidad. Allí, vemos que los tiempos están representados en la yuxtaposición de elementos simbólicos y pictóricos. La mujer del centro es reflejada en un espejo a su espalda, lo cual sugiere un pasado desvelado. El futuro se materializa del lado derecho con una figura paralela representada por un plato y un camino de mesa, elementos en constante degradación. El gabinete y los libros dispersos que ya no responden a la realidad, contribuyen para crear una escena que simula un microcosmos femenino. La luz indirecta de una lámpara abre un punto de conexión con la iluminación que desciende de la cabeza de la mujer al centro del cuarto. El juego de luces abre al observador la posibilidad de apertura de percepción. 

Observamos que el inconsciente de la artista compone la estructura de las diez cabezas, rompe el acto creativo y formativo y anuncia nuevos “objetos / escenas” y personificaciones. Propiamente, la artista forma variaciones del inconsciente, sin embargo, mantiene la composición y un juego de oposiciones, una referencia a la síntesis de la fenomenología japonesa del filósofo Kitarō Nishida. Nishida revela la nada absoluta,  que parte de la esencia (ese algo idéntico que permanece continuamente durante el proceso de variación) y la intención creativa de vincular lo consciente con lo inconsciente. Por ejemplo, usa la noción de experiencia pura para articular la fluidez de la práctica cotidiana a través de la intuición intelectual[1], un concepto que sintetiza los valores morales y la voluntad. 

En el conjunto de obras percibimos constantemente la intuición intelectual, que va más allá del simple análisis del acto creativo para emerger en una relación asociada a las interdisciplinas. Así, en la obra Pez, donde el tiempo naturalizado, comprimido por distintos “ismos” generan patrones culturales que legitiman el estado de conformidad de cada generación. La escena se centra en la acumulación de rutinas, una colección abierta de tres tiempos conectados en una línea tenue que anuncia la pasividad de un personaje que, sin pretensiones creativas, espera transcurrir el tiempo. Las luces navideñas ya no necesitan ser desmontadas porque el flujo energético del ambiente es absorbido por una saturación de hábitos. La revolución se acabó, y las posibilidades de salir de la rutina lo vuelven pasivo, desorganizado y lejos de navegar. Vivir no es necesario; lo que se necesita es crear. (Fernando Pessoa)

La intuición intelectual nos ayuda a observar la deconstrucción de actos y procesos creativos en el universo del arte contemporáneo en América Latina y la manera en que los artistas revisan o buscan estrategias para producir sobre una base conceptual. ¿Cómo transformar todo el día en un estado inventivo permanente?, lo ideal es vivir en la obra misma. Desde  el movimiento neo-concreto[2] , Hélio Oiticica habla sobre la necesidad de crear algo que esté conectado con la propia experiencia. Esa nueva realidad hace que los artistas busquen otras posibilidades para narrar. Al crear un objeto fílmico y recortar escenas, Estrella aproxima disciplinas, un documento audiovisual torna las acciones más vivas en un marco de percepción amplificado. 

El reconocimiento del artista en el acto creativo mantiene una relación directa con la emergencia del estado de invención que sugiere Oiticica, y la multiplicidad de significados para sintetizar su discurso, o existir en el acto. Las diez cabezas, constituye la condición de la artista para proyectar la existencia, abriendo espacio para que el rito adquiera tiempo, materia (cuerpo) y expresión. Una narrativa adversa de transformación de ideas; apertura para la comprensión de nuevas formas de vida, una revisión directa del ethos contemporáneo. 

 [1] Intuition and Reflection in Self-Consciousness, trans. Valdo H. Viglielmo, Takeuchi Yoshinori and Joseph S. O’Leary. Albany: State University of New York Press, 1987.

[2]El movimiento neo-concreto (1959-1961) fue un movimiento artístico brasileño, que se desarrolló a partir de Río de Janeiro ‘s Grupo Frente , una coalición de artistas que trabajan en el arte concreto . Neoconcreto artistas rechazaron el enfoque racionalista puro del arte concreto y se abrazaron un arte más fenomenológica y menos científica. Ferreira Gullar inspiró la filosofía neo-concreto a través de su ensayo “Teoría del No-Objeto” (1959) y escribió el “Manifiesto Neo-Concreto” (1959), que describe lo que debe ser el arte neo-concreto. Lygia Clark , Hélio Oiticica y Lygia Pape fueron algunos de los principales líderes de este movimiento.

Por Juci Reis

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