Por Héctor Vargas
“…es la invitación al coraje de ser; sin socorro, sin esperanza, en el movimiento feliz del hombre que no cuenta con nada salvo con una audacia suspendida.” Bataille. Método
¿Cómo se mide el valor del artista?
Con dinero.
¡¿Cómo se mide el VALOR del artista?!
¡Sin dinero!
Un artista es tan bueno como su último precio en Philips, pero ese no es el valor al que me quiero referir aquí; me interesa mucho más el otro valor del artista; el VALOR con mayúsculas, es decir, el coraje que se requiere para dar ese paso dentro de la penumbra de la incertidumbre cuando se toma la decisión consciente de “ser artista”.
Todos nosotros tenemos un tío, tía o peor, un padre que nos dijo: “estudia una carrera seria, el arte es un pasatiempo, tráeme un título y veremos, los artistas son vagos, degenerados, homosexuales, ridículos” (todo lo cual no es del todo falso) y, el dardo favorito del micro carcaj de su ignorancia: “te vas a morir de hambre”.
¡Uy! ¡Qué lapidario! ¡Serio! ¡Sabio! Es curioso cómo la gente que no sabe nada de arte, ni de pasatiempos, ni de títulos universitarios te quiere aleccionar sobre un tema del cual no tienen una peregrina idea. Y esta confusión, aunada a la voracidad del sistema ha creado aberraciones tales como el “Licenciado en Pintura”.
Todos los artistas de verdad, los que tienen un peso específico y una influencia permanente en la historia, todos, son millonarios o cuando menos, ricos; y casi todos construyeron su capital con su obra. Sin embargo, cuando esta gente ve una de estas “obras” en seguida las tilda de ridículas y se sorprenden, genuinamente se sorprenden porque no tienen ni el tiempo ni la voluntad de entender y entonces sueltan otra de sus sentencias favoritas: “eso hasta un niño lo podría hacer”. Trae a tu estúpido niño y que lo haga, a ver si es cierto.
Ahora bien, ese niño estúpido crecerá y a lo mejor lo hace, cuando sea tan estúpido o tan loco o tan bravo como para decidir ser artista. Esto sólo demuestra una cosa que mencionaré tangencialmente y es que el Arte NO es para todos; el arte no es para NADIE que carezca de voluntad y valor, por lo menos de aprender.
El Arte. Esa quimera inasible, la vía para el enaltecimiento espiritual, la promesa de accesibilidad y democracia inventada por occidente que nos vende (porque nos la vende) la ilusión de que el arte es un derecho humano, un lugar en donde todos podemos regocijarnos al tiempo que nos recogemos de la maldad del mundo, el lugar en donde la gente sensible, la gente bonita, la gente guapa se junta para tomar cocteles, cocteles que antes eran gratis y que ahora te cobran porque ¿sabes qué? El arte también es un negocio; un negocio de casi 2 mil millones de dólares anuales al que, después de todo, parece que no puedes entrar si no eres un poco bello, una poco frívolo, un poco hipócrita y sí, bastante rico.
Dos mil millones (!) se mueven en tu mercado y tú, que eres artista no tienes dinero para comer, o por lo menos para comer bien. Mira, na-die se muere de hambre como te dijo tu tío, pero hay de comidas a comidas… Para ser artista no se necesita talento, ni ser buena moza, ni dinero, ni contactos; para ser un artista de verdad lo único que se necesita es coraje.
Coraje, tesón, voluntad, valor. Y ese valor de bizarría, si eres constante, persistente, necio, si te comprometes con tu trabajo, ese valor es probable que eventualmente le proporcione a tu obra el valor del otro, del que le interesa a todos; es decir: el valor que se mide con dinero.
Por ejemplo, a mi me llama mucho la atención ver artistas que se quejan de que el gobierno no los apoya. Si querías que te apoyara el gobierno tú no eres artista, eres un burócrata o a lo mucho, un funcionario público de clóset. Si te apoya el gobierno bien (a mi me ha “apoyado” en más de una ocasión) pero no es la única vía; cowboy up!, para ser artista hay que dejar de llorar y empezar a mirar el abismo con garras de águila.
Así que lee bien, pichonzuelo, si vas a decidir ser artista te advierto que vas a tener que aprender a sortear las tormentas y manejar la frustración al tiempo que domas a la bestia de la angustia que vive dentro de todo verdadero creador. ¿Vas a ser artista o vas a jugar a ser artista? Porque se necesita valentía para quedarse a pensar y sufrir en el estudio en lugar de ir a embriagarse con los fragantes perfumes de las beldades que toman mezcal con frutas en las fiestas del arte contemporáneo. Te lo advierto. Tal vez así, tal vez, los caminos se acomoden para que eventualmente esa fiesta sea dada en tu honor.
… y como dice Roberto Bolaño cuando se refiere al Camino de la Poesía:
“La apuesta es a vida o muerte”
Y si nos toca morir pues nos morimos, pero no para ser olvidados.
Que la única hambre que te mate sea la de trascender.
Muy bien escrito. Verdadero.
Exito!. El artista lo merece.