Rodrigo Imaz (México) es un artista especial. Su trabajo se basa en estructuras de entendimiento; no son evocaciones naturales. Con él, los discursos creativos se vuelven ensayos filosóficos, o pequeños laboratorios para la razón. Su obra exige mucho a quien la mira. En la búsqueda de una lectura apreciativa, el espectador termina siendo cómplice (dinámico o no) de alguna postura, o ideología particular. Como la verdad.